Seguidores

sábado, 7 de enero de 2023

Todos tenemos una historia detrás

 

Todos tenemos una historia detrás de nosotros. Familiar, social, sentimental, sexual, cultural, profesional,… De una forma u otra esa historia nos marca, pero la forma en que nos influya es decisión de cada uno como la gestiona.

En el ámbito de lo profesional, por empezar por algo, todos hemos tenido trabajos en los que realmente hemos disfrutado. Te gusta lo que haces y como lo haces, te sientes valorado en todos los aspectos. Pero también hemos vivido la otra parte, trabajos en los que no disfrutas de lo que haces, estás deseando que pasen las horas para acabar, el trabajo es una forma de cubrir las necesidades económicas, no te sientes valorado de la forma que deberías. Es cierto que no hay nadie insustituible, pero en ciertos sitios te han hecho sentir así o uno mismo se ha hecho sentir así.

En el ámbito de las relaciones personales, más o menos profundas, más o menos intensas, más o menos íntimas, esos sentimientos, sensaciones y emociones se multiplican.

De una forma u otra, muchas personas hemos pasado por relaciones tóxicas, ya sea con amigos o con parejas o lo que sea.

Es realmente perfecto cuando dos personas se besan y ese par de labios bailan la misma canción. Es fabuloso cuando unos amigos, encuentran el tiempo para tomarse sus cervezas y charlar un rato.

Pero no siempre es así. Hay veces que uno se esfuerza, se entrega en cuerpo y alma, y en cambio la otra parte, se limita a ser un mero receptor, sin esforzarse, sin entregarse incluso, a veces, dando la sensación que le molestan los esfuerzos del otro/a.

Hay quien pasa horas pensando cual será el regalo que más ilusión le hará a otra persona, dedica tiempo, esfuerzo, dinero,… Y después se lleva el chasco que no le hacen ni caso, incluso llevándote a pensar que cualquier otra cosa que hubiese venido de tus manos, tampoco habría significado nada.

Hay quien cuida infinidad de detalles para disfrutarlos con otra persona, y se encuentra con que haga lo que haga o diga lo que diga, estará mal hecho o mal dicho.

Tantas cosas detrás, momentos de angustia, de dolor, de sufrimiento, de miedo,.. Si, miedo, miedo a perder. Curioso, miedo a perder a esa persona, que día a día hace que nos sintamos peor con uno mismo, que nos estemos perdiendo nosotros.

Tarde o temprano, todo revienta y entonces, ¿qué?

¿Nos amargamos y escondemos en una burbuja, llenos de resentimiento y miedos?

Nos preguntamos: ¿Qué he hecho yo para merecer esto?

Podemos continuar inmersos en ese miedo de que nos van a volver a hacer daño, que no van a valorarnos, ni a querernos, ni a amarnos,…

Podemos “vivir” inmersos en la desconfianza, en el temor a volver a ser usados, a no ser una prioridad,…

Pero, también podemos armarnos de valor, de amor propio y decidir vivir.

Todos nos merecemos a alguien que suspire por un beso nuestro, todos nos merecemos a alguien que encuentre tiempo para disfrutarlo juntos.

Y esa otra persona, también se merece lo mismo por nuestra parte.

Voy a ser ahora más personal, más crudo, más sincero conmigo mismo.

Quiero a alguien en mi cama, que quiera estar en mi cama, que no le valga cualquier otra. Y quiero hacer sentir a esa mujer, que si está en mi cama, es porque es la única que yo deseo que esté en mi cama, que no me vale otra.

Para entrar en mi Mazmorra hacen falta dos requisitos:

  1. Que yo quiera que sea esa mujer la que entre conmigo. Que tenga confianza en ella para dejarla entrar.

  2. Que ella quiera entrar conmigo. Que tenga confianza en mí para entrar.


No me vale una mujer, a la que le va el rollo del sado y tiene buenas referencias mías. Eso es un polvo de aquí te pillo y aquí te mato, que no voy a decir que sea malo, hay momentos que puede estar bien, pero estoy hablando de otras cosas. Quiero a alguien que desee entrar por mí y por ella.

Quiero a alguien, que cuando llegue el momento, desnuda y arrodillada ante mí, se sienta plena, se sienta bien, porqué ante el único que desea hacer eso es ante mí. Y que sepa, que sienta, que viva, que disfrute de que la que yo quiero que esté así ante mi, es ella, no otra.

Leí hace un tiempo una de esas frases tan de moda por internet en plan autoayuda, era algo distinta y me llamo la atención. Más o menos decía lo siguiente: “Pertenecemos a esa persona de la que nos acordamos, cuando estando de fiesta y pasándolo bien, nos acordamos de ella y deseamos que también estuviese allí”.

Y la verdad es que me convenció.

Hay personas que con una sonrisa hacen que brille la luz.

Hay personas que con una palabra consiguen remover el cielo y la tierra, y sobre todo causan un terremoto en todas las entrañas.

Pero, hay que dejar atrás el miedo, la desconfianza, el temor. Hay que querer vivir, aunque siempre haya la posibilidad de volver a salir escaldados, hay que dar la oportunidad.

Hay que ser fuertes y flexibles.

Yo por lo menos quiero vivir.

No hay comentarios: