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jueves, 30 de diciembre de 2010

Las maletas.


Me ha costado. Parecía que estaban llenas de plomo. Es algo que nunca me había sucedido.
Cuando salimos juntos de viaje, mis maletas parecían no pesar nada. A la vuelta, uff, su peso es inmenso. Como si no quisiesen volver a casa.
Me quedo un rato mirándolas. Hasta que por fin las entiendo, y entonces sonrío. Lo que no quieren es que las guarde. Porque hay muchos más viajes que celebrar. Porque después de este segundo viaje, vendrá el tercero, y todos los que vengan detrás.
Y también tus maletas, conocerán pronto mi casa, como las mías conocen la tuya.
Lo que quieren es que mire dentro de ellas. Y que vea que vuelven llenas de felicidad.

Gracias, preciosa.

Publicado el 15 de octubre de 2008 en mi blog de someteme.

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