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lunes, 27 de diciembre de 2010

Una anécdota.


Como se ha abierto un hilo de anécdotas, me apetece contaros una que la pongo aquí porque es algo larga.
 
Hace ya bastantes años, sonó el teléfono a las tres de la mañana. Totalmente adormilado, los descolgué y escuche al otro lado de la linea, la voz del conserje de noche, que me decía que fuese corriendo al hotel, que se estaba escuchando unos gritos horripilantes y música a todo volumen de una de las habitaciones.
Un montón de clientes estaban levantados y quejandose y todo intento de que abriesen la puerta de donde provenía tal estruendo era inútil. Y me dio los detalles de la pareja que se alojaba en dicha habitación y que había llegado esa misma tarde.
Desperté como pude a la chica que dormía a mi lado, que en aquel entonces era mi pareja, mi sumisa y además la guia del touroperador  que traía a esa parejita.
Nos montamos en el coche y nos dirigimos al hotel. Cuando llegamos, era un espectáculo de gente en paños menores, todavía no había aire acondicionado y se dormía con las ventanas abiertas. Para más INRI, la pareja de la Guardia Civil, haciendo su patrulla, se había parado al ver el bullicio anormal a esas horas. No os daré detalles de la estructura del hotel, pero la habitación de los susodichos, daba a la calle.
Nos dirigimos en procesión hacia la puerta y con mi llave maestra, todavía no habia cerraduras de tarjeta, abrí la puerta.
Que espectáculo!!! El, desnudo, atado en cruz a la cama y ella, bien clavada sobre el, mientras derramaba cera sobre su pecho. Y los dos gritando, por encima del volumen de la musica. Y por toda la habitación esparcidos un montón de juguetes de esos que tanto nos gustan. La parejita venía bien equipada, pero se les había olvidado una mordaza.
Mi chica y yo, nos miramos, y soltamos una carcajada, que sorprendió a todos y en especial a la pareja, que entonces se percató de nuestra presencia y todos los que había detrás nuestro. Y pusieron carita de “esto no es lo que parece”. Y los de detrás, de “pero, esto que es”.
Ahí ya, nosotros dos, nos moríamos, pero recuperamos rápidamente nuestra dignidad profesional y mientras ella se quedaba a charlar con ellos y echarles la bronca, yo me llevé a todo el mundo a dormir y a tomar un cafetito con la Guardia Civil, que menos mal se fiaba de mi y se marcharon rápido. Después volví a la habitación y cuando entré, mi sumi y yo, nos volvimos a partir de risa, pasando un rato, sin ser capaces de decir nada a la estupefacta y sorprendida pareja, que no entendía nuestra reacción. Cuando por fin, nos calmamos, les explicamos que al día siguiente los sacaríamos del hotel y los llevaríamos a un chalecito, de los que usábamos, cuando teníamos overbooking, pero que hasta entonces, se portasen discretamente. Nos lo juraron hasta en arameo. De ahí fuimos al despacho, descojonados de risa y arreglamos el cambio, para el día siguiente,
En el coche, continuábamos con la risa y cuando llegamos a casa, ya tan desvelados, decidimos ponernos en faena. Lo que pasó esa noche rompería todos vuestros esquemas, porque hubo BDSM, sexo, y sobre todo muchas, muchas, risas, No éramos capaces de contenernos, y cada vez que uno hablaba era para imitar a uno de los componentes de la parejita. No creo que vuelva a vivir una sesión de este estilo, que supongo haría poner el grito en el cielo a los más ortodoxos y serios de este mundo
Ya se que es algo cruel, reírse de quien pasó por esa situación, pero nos hizo vivir una experiencia irrepetible, y que todavía hoy me hace reir.

Pasadlo bien y reiros mucho.

Publicado el 28 de julio de 2008 en mi blog de someteme.

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