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lunes, 27 de diciembre de 2010

Poner la mesa o el arte de decorar la mesa


Hoy vienes a cenar. Pero ya hay confianza, ya nos conocemos. Me doy una ducha media hora, antes de que llegues. ¡¡ Ui!! Pero si no me he afeitado, bueno, que más da y total ya no me da tiempo.
La cena está lista, y bueno que hacemos cenamos en la mesa de la cocina con el mantel de hule o mejor en la mesita del sofá mientras vemos el partido de fútbol o la película.
Vale, la mesita del sofá, pon tu los cubiertos y los vasos, mientras yo traigo la comida y la bebida. ¡¡ Ah!! Y no te olvides de las servilletas de papel.
Después de la peli o el fútbol, pues nada, recogemos la mesa y dejamos los cacharros sucios en la cocina y al lio.

Hoy vienes a tener una sesión. Ya llevamos unas cuantas. Ya conoces mi casa, sabes donde desnudarte y dejar tu ropa y tus cosas. Claro que no te importa que no me haya afeitado, ni que vista el chándal de andar por casa. A mi tampoco me importa que vengas con esos pelos.
Bueno, ya te has desnudado, vamos a sacar los juguetes del baúl. Ah!! La cama está sin hacer, pero total la desharemos dentro de nada.
Te azotaré, te pinzaré, te inmovilizaré, bueno todos los castigos que ya llevamos un tiempo practicando y cuando me apetezca, pues nada, te follaré o te daré por culo, o simplemente me la chuparas.
Ya hemos acabado, te vistes y hala! Hasta la próxima.

Hoy vienes a cenar. Mi tesoro. La cena ya está casi preparada, falta el toque del último momento, que es inevitable. Ya me he afeitado y tengo la camisa y el pantalón planchados, si la temperatura está bien, me pondré también la americana y la corbata. Me queda montar la mesa y el escenario, antes de ducharme, pero me sobra tiempo. Pongo el mantel de tela. Los platos de presentación grandes de porcelana, donde se asentarán los platos con nuestra cena. ¿Enfrente el uno del otro o juntos? Prefiero juntos, uno al lado del otro, quiero acariciarte y susurrarte nuestros secretos al oido, mientras cenamos.
Toca ahora las servilletas. ¿ Que hago? Un pavo real, un chaleco, la tiara. No, al final me inclino por el cucurucho para arriba, que me recuerda siempre a los veleros y la mar. Y de paso, en su cubierta,  coloco el detallito que te tengo preparado.
Repaso las copas altas para el vino, aunque solo vamos a beber una copa, y las del agua y las de cava. Ya está casi listo. Coloco con precisión los cubiertos.
Es el turno de los arreglos florales y las velas. Un ramo de rosas rojas y blancas en el florero, en un extremo de la mesa. Pétalos de esas mismas rosas, cubriendo el blanco mantel.  El candelabro de nueve brazos con sus velas rojas. Varios bols de cristal, repartidos por la sala, con el agua teñida de colores y dentro las velas flotantes y las flores.
El incienso, está preparado para arder e inundar sus esencias en la calida atmósfera que nos envolverá.
La cubitera a rebosar de hielo, para mantener y enfriar más si cabe el cava, que degustaré sobre ti. Y el hielo deseoso de sentir la puntiaguda belleza de tus pezones.
Los cds, ya están en el equipo de música. Escogidos especialmente suaves, sensuales, cómplices, sabedores del papel que desempeñan en esta noche especial.
Ya solo me queda preparar el escenario de nuestros juegos, antes de ducharme.

Hoy vienes a vivir un sueño. Nuestro sueño, nuestra maravillosa fantasía.
El pasillo hasta la habitación donde se harán realidad, está cubierto de pétalos y de velas.
Todo está ya preparado. Las cadenas que te inmovilizarán, sujetas a las cuatro esquinas de la cama. Otras cuelgan  desde el techo o la pared, bailando con las cuerdas, que también te abrazarán.
Y la cama está lista, únicamente la sabana limpia, planchada y perfumada y recubierta por más pétalos de rosa, para que eleven tus sensaciones con su tersura, para que eleven tu entrega con su color.
Y la pared embellece su blancura, con el negro de los instrumentos que te están esperando a ti, a sentir tu piel, a inundarte de sensaciones y emociones contrapuestas y a la vez extrañamente complementarias. Dolor y placer, placer y dolor. Calor y frio, frio y calor.
Las velas encendidas iluminan la habitación, nuestra particular mazmorra,  nuestro Edén privado, esperando impacientes derramarse sobre ti.
Y sobre las mesitas, las esposas, y las pinzas, y los vibradores. Perfectamente colocados y ordenados, cual formación militar ansiosa de invadir tu castillo, que se rendirá voluntariamente.
Todo allí, está gritando tu nombre y esperando impaciente tu presencia.
Todo allí, está ansioso de ver en tu mirada tu orgullosa entrega absoluta.
Ya solo me queda ducharme y vestirme para ti y para mí.

Bueno, ¿ que os ha parecido? He tenido la tentación de plantear otro escenario, pero creo que lo dejaré a vuestra imaginación. De todas maneras os digo que el escenario era el siguiente. Una pareja Amo y sumisa, esperan la visita de otra pareja de Amo y sumisa, para una cena y sesión conjuntas. El caso es que se podría dar lo mismo que os he expuesto, que se limitase porque donde hay confianza da asco o porque no pasa de ser una sesión que seguramente no se repetirá, a realizarlo como el primer caso que os he narrado.
Pero quizás, por mucho que se conociesen, hubiesen realizado anteriores sesiones conjuntas, la prepararían con especial mimo y cariño.

Hace unos meses asistí a una boda. El sermón que dio el sacerdote nos alucinó a todos los presentes por su sentido del humor, su fina ironía y lo real que era. Habló, entre otras cosas del amor y de las relaciones posibles entre personas, y me impactó que dijese que cualquier tipo de relación es muy fácil al principio, porque hay pasión e ilusión, pero que después la rutina puede llevar a esa maravillosa relación a su fin. Hay que trabajar todos los días entre los dos para mantenerla y eso es muy difícil. Y que al final, es posible, que sólo se mantenga la pareja, porque uno solo no puede pagar la hipoteca.

Preparar una velada como la que os he expuesto, es muy fácil al principio. Lo realmente difícil es hacerlo, cuando llevas largos años de relación. Y nada, ni siquiera el amor, puede mantenerse, sin una buena dosis de esfuerzo mental, de imaginar, de fantasía, de querer conquistar al otro cada día como si fuese el primero. Y el peso de eso recae sobre los dos, no sobre uno de ellos en exclusiva. Y cada uno asumiendo cual es su papel. Y cada uno haciendo sentir especial al otro y sintiendose especial.
En una relación BDSM, de las que son a distancia, y se ven una vez cada cierto tiempo, se puede alargar por la ilusión de ese reencuentro, pero también llegará un momento que nos faltará algo, creo yo. También hay que trabajarla todos los días por ambas partes.

Todos los días hay que exigirse y exigir esa entrega mutua. Si el Amo o la sumisa van poco a poco, exigiendose menos y exigiendo menos al otro, esa rutina, puede ser fatal. No debe haber límites para el esfuerzo mutuo por mantener aquello que nos une.

Se puede montar una mesa maravillosa, sin necesidad, de tanto ornamento, ni de gastar un duro, basta con tener la ilusión de hacerlo y la complicidad necesaria para compartirlo. A veces en la vida, pasamos por situaciones difíciles  y no tenemos para comprar una rosa. Y solo hay en la nevera lo justo para hacer la ensalada y un trozo de pan de ayer. Y hay veces que la enfermedad o la fatalidad, entran por la puerta y se acomodan en casa.

Todos los detalles se pueden reemplazar, por una mirada, por unas manos entrelazadas, por una decisión conjunta de andar el camino unidos, superando juntos las adversidades  para conseguir día a día un objetivo: ser felices juntos, sea la relación que sea.

Sed felices. Dad y recibid azotes. Disfrutad, amigos míos, porque el cielo o el infierno pueden estar en nuestra mesa, y dependerá de nosotros, el decidir en cual vivimos.

Saludos.

Publicado el 25 de junio en mi blog de someteme.

1 comentario:

Lady Eva dijo...

Amb aquesta entrada m'has captivat :)